Paulina Grajeda.- Miguel Ángel Calero Rodríguez… Fuiste tú el culpable de todo y eso jamás lo olvidaré; fuiste tú quien provocó llanto en nosotros; fuiste tú quien esperaste siempre hasta el final… Por eso y más, gracias… Gracias inmensas por darnos alegrías que provocaron lágrimas, gracias por siempre demostrarnos que los partidos no terminan hasta que el árbitro pita, gracias por ser el culpable de tantas satisfacciones, de tantas glorias, de hacernos decir una vez más, que somos orgullosamente tuzos.
Tengo en la mente la voz del estadio diciendo durante tantos partidos en el Hidalgo: «y en la portería… El Cóndooor… Migueeeeel» y a toda la afición gritando: «Caleroooooo»…
Aún no creo que te nos hayas adelantado, pero no me extraña, ¿sabes por qué? Por que tú nos hiciste soñar, nos hiciste tocar la gloria tantas veces.
Jamás olvidaremos aquel gol «con todo y gorra» que le metiste a Jaguares, aquel penal que le paraste a Donovan, aquel ‘empujón’ que le diste a Aquivaldo en la semifinal del Clausura 2006, para que metiera gol frente a Chivas; jamás olvidaré que no había partido en el que no voltearas a ver a la afición y le agradecieras desde la cancha, que estuvieran ahí, o cuando en algún momento difícil, volteabas y pedías que apoyaran; eras un líder nato.
Gracias por levantar tantas copas, por demostrarnos que existe gente que en verdad siente los colores de una playera, que hasta es capaz de dar la vida por un club; tú Miguel, no quisiste colgar los guantes por que tu amor por el equipo era tan grande, que no querías alejarte de las canchas.
Gracias por luchar dentro y fuera del campo, por ser el ejemplo de muchos y el ídolo de otros.
Gracias, Cóndor por haber elegido al Pachuca como tu equipo…
Eres y serás por siempre, el orgullo tuzo.
Hasta pronto, Calero…
*Muere el futbolista, nace la leyenda*…
Pau Grajeda
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